19.8.09

Mi vida en Wayside Close


Nunca la llegué a conocerla del todo. Sabía de la existencia de una planta superior, por que de vez en cuando se oían pasos o la música de los Backstreet Boys. Por mucho que lo intentaba nunca supe andar por aquel extraño parqué sin que no crujieran las malditas maderas. Pero cuando llegué el primer día, despues de perder dos barillas del paraguas Spirit (De Antonio Banderas), y me abrió la puerta ese gracioso filipino llamado Lorenzo, pensé:

-Va a ser raro, pero la vida es dura.

Lorenzo me acompañó a la habitación lila, me dejo la maleta con cara de: -si se lo que pesa, estas que te la subo; me indico que es lo que no podia tocar de allí, y me dejo solo en aquel rectángulo con signos paganos y posters de songoku. Yo luego intenté explicarle con el verbo to be a Lorenzo una serie de cuestiones, que Lorenzo voluntariamente con el verbo to have me resolvió. Me hizo de despertador, me llenaba de hielo el vaso de agua, me calentaba la cena en el microondas, he incluso me pirateaba el wifi del algún vecino para que pudíera tener internet. Lorenzo se moría de la risa cuando todas las noches al preguntarme si iba a salir le respondía que si. Pensaba: -Pobre yonki de mierda, dejemos que lo pase bien lo poco que le queda. Lorenzo, aquel pequeño hombre que nada mas verme me llamo: Iosef.

Merlin, era mas de sus páginas amarillas y Entre fantasmas. Ella intentaba trasladarme todos los cotilleos de zona 5 metropolitana, y lo hacía con el verbo to do y to go. Pero mi verbo To be no le entendía muy bien. Y me decía en cada momento: All right!, para ver como me estaba adaptando a mi nueva familia y ayudarme en corregir mi egocéntrico I am. Merlin cocinaba a diario arroz, y todos nosotros nos los comiamos un día tras otro. Y incluso una tarde, llegamos a cenar arroz con arroz. Pero ella no lo hacía por extreñirnos, sino mas bien por unir lazos. Por que el arroz es muy valenciano y muy chino. Y en Londres, y en concreto en la zona 5, el arroz crea hermandad. Merlin era feliz, por que porfín estaba levantando una tapia en su jardín. Una tapia que la iba a proteger de los zorros que por la noche se pasean por las calles de Oakwood buscando basura, o de los pasajeros del N91 que llegan desde Charing Cross con una extra de Ride Stripe.

Merlin y Lorenzo eran una familia particular, que nunca supe a que se dedicaban. Que comían arroz a diario. Y con unas reglas muy sencillas:

- A partir las doce, se dobla la llave de abajo.
- Si tu pierdes las llaves, pagas las llaves.
- Los cigarros se fuman, dentro de la tapia nueva.
- A las diez, se cierra la cocina.
- La nevera donde esta el jamón, no es tu nevera.